No hemos sido educados para que nuestras relaciones con nosotros mismos, con lo demás y con el conocimiento sean democráticas, en el sentido primitivo de la palabra democracia: no permitir comportamientos dictatoriales. Ha llegado el momento de definir la democracia más allá del campo político y verla como una forma de relación paritaria, sin jerarquías, que fecunda todas nuestras relaciones, en sentido de hacerlas más plenas y nutritivas para que así todos podamos sacar lo mejor de nosotros mismos.
En nuestras relaciones cotidianas existen muchos totalitarismos que no detectamos puesto que siempre hemos vivido sumergidos en ellos, el denominado machismo es uno que por fin hemos revelado. En el taller desvelaremos muchos más, les pondremos nombre, algo imprescindible para lograr derrocarlos. También como medicina a esta enfermedad, que presenta múltiples síntomas a nivel individual y social, definiremos unos principios que actuarán todos a la vez sobre el virus causante del mal: el totalitarismo.
En las escuelas se nos hace llegar el conocimiento como si fuese una autoridad inquebrantable, impidiéndonos así recibirlo desde el espíritu científico, el espíritu crítico y la creatividad: el temario es de solo lectura y se sirve al alumno como una imposición, haciendo del maestro, si éste no lo impide por su cuenta, un auténtico dictador en cuanto al conocimiento se refiere.
Si querremos crear una sociedad auténticamente democrática en la que el ciudadano cuente de verdad, en la que las personas sepan no sucumbir a las manipulaciones interesadas y en la que las perspectivas, en vez de enfrentase y dividir a los ciudadanos en bandos, sepan sumarse, hemos de definir la democracia como un valor humano primordial que nos garantice todo esto y, por lo tanto, como un valor educativo esencial, es decir: un conocimiento al que todos los ciudadanos tengan derecho.
Como anticipo del taller te invito a escuchar el siguiente vídeo, en el que se resume su contenido:
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